Bazar Picamiento: Ninja Gaiden (NES)

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Le toca el turno a un juego de culto, dificil hasta decir basta y que llega a la Consola Virtual de Wii a través del Hanabi Festival, una acertadísima maniobra de Nintendo para traer a Europa títulos que por una razón u otra nunca llegaron a este continente. Se facilita así su disfrute por todo el mundo aunque con un precio un poco superior, como pasó con el ya analizado Sin & Punishment. Es una iniciativa digna de aplauso, pero hay un problema con Ninja Gaiden y el Hanabi Festival, y es que si llegó a Europa, pero con otro nombre, Shadow Warriors...



Pero ese detalle es insignificante cuando uno se mete en la piel de Ryu Hayabusa y se dedica a ajusticiar a diestro y siniestro para saciar su sed de venganza, saliendo de su Japón natal y que le llevará desde América hasta el Amazonas. Desarrollado por Tecmo de la mano de S. Sakurazaki, y no de Itagaki como se suele creer. En Japón se puso a la venta en 1988, y a Europa no llegó hasta 3 años más tarde bajo el nombre de Shadow Warriors


Es medianoche, y en un apartada pradera dos ninjas están dispuestos a batirse en duelo. No temen la muerte, la anhelan y con ese pensamiento empiezan a correr el uno hacia el otro. En escasos segundos solo uno estará con vida, y así sucede cuando tras cruzarse en el aire, uno de los ninjas yace sobre la hierba, bajo la luna llena.



Era Ken Hayabusa, quien en previsión de su muerte dejó una carta a su hijo Ryu, con su última voluntad. Le pide América para encontrarse con el arqueólogo Walter Smith, llevando consigo la Espada del clan Hayabusa, la mítica Dragon Sword. Ryu obedece a su padre, y viaja a América con un doble propósito, ver a Smith, y averiguar quien mató a su padre para poder así encontrar la venganza que tanto anhela.

Así comienza Ninja Gaiden, una aventura que en principio parece tratar acerca del honor, bandas rivales y venganza familiar. Craso error, porque la historia que plantea es bastante más compleja, girando hacia algo más similar a Indiana Jones que a la película típica de ninjas. La elaborada trama era algo poco usual en los videojuegos de finales de los 80, especialmente si no eran RPG, y mucho menos de accion plataformera como Ninja Gaiden. A modo de obra teatral, a las distintas partes del juego, seis en total, se las denomina actos, lo que ya da una pista acerca de la importancia del guión.

La historia se desarrolla entre actos por medio de escenas cinemáticas acompañadas de texto, bastante conseguidas y con un aspecto gráfico que en su época fue de lo más avanzado y no hubiera desmerecido en los juegos de primera hornada de 16 bits. Especialmente meritoria es aquella en la que Ryu vislumbra el templo con la ayuda de un scroll lateral mientras el viento mece las cintas de su máscara. Ninja Gaiden es difícil como pocos, y la presencia de un guión elaborado ayuda a conseguir una motivación extra para continuar.



El juego se desarrolla lateralmente, y a pesar de que las limitaciones del mando NES, Ryu goza de una jugabilidad exquisita con solo dos botones. La distribución es la lógica, un botón de salto y otro de ataque. Pero todo hombre curtido en el milenario arte ninjitsu necesita más, y Ryu, de los Hayabusa de toda la vida, tiene bastantes ases en la manga como engancharse a toda pared que toca, lo que permite ir rebotando de pared en pared hasta alcanzar una posición más alta, y, con un poco más de practica, ir subiendo a traves de la misma pared ayudándose de saltitos. Por si fuera poco podrá usar Shurikens, torbellinos y llamaradas, aunque estas técnicas avanzadas requieren magia, lo que reduce su uso al mínimo imprescindible.

Los juegos de NES se caracterizaban por una dificultad poco común en estos tiempos que corren. Bien, pues Ninja Gaiden era considerado muy difícil entonces, lo que según los estándares actuales es poco menos que imposible. Presenta una curva de aprendizaje muy conseguida hasta los dos últimos actos, donde Sakurazaki mete al jugador en un auténtico infierno donde no se sabe por donde vienen los enemigos. Hablar de los enemigos da para un artículo aparte, porque son de lo más bizarro, lo mismo nos enfrentamos con una vieja lanza cuchillos en plena montaña, a un loco con un discóvolo que aparece cuando menos lo esperas, o a un águila real a toda pastilla dentro de un templo. A veces la dificultad es exageradísima, especialmente dura es la fase 6-2, sin un segundo de descanso. Y no funciona la vieja técnica de correr y golpear y a ver si hay suerte.



No se puede guardar partida, ni siquiera dan un password, aquí o te lo pasas o no, o Ninja o nada. Pero no hay límite de "continues" por lo que hay que jugar y jugar hasta descubrir un rayito de luz entre tanta oscuridad, y es que el mecanismo ensayo-error es la clave de Ninja Gaiden. Lo que en un primer momento parece imposible, conforme se va repitiendo una y otra vez se descubre el patrón de la fase, se empieza a ver con claridad que hará y cuando cada enemigo. Y cuando se tenga dominada una fase, el caos inicial se revelará como una coreografía ninja de la más alta escuela. Deshazte del boxeador, salta al guepardo, agachate que no te pille el águila, espera que de la vuelta, salta, y espadazo al vuelo. El que escribe estas lineas se ha doctorado en el arte shinobi completando este Ninja Gaiden, pero quiere que el número de "continues" permanezca en el más absoluto de los secretos.

El nivel gráfico es bastante bueno, salvando las carencias técnicas inherentes a la consola con un diseño artístico de cada acto para quitarse el sombrero. Todo en orden salvo alguna fase aislada donde el color del fondo se puede confundir con el propio de Ryu o algún enemigo ¿Camuflaje ninja? Es posible, pero tampoco hubiera estado de más hacerlo más distinguible. Al margen de ese pequeño detalle el nivel que muestra es muy bueno, y no se aprecian demasiado los típicos parpadeos cuando varios elementos se juntan en pantalla, algo bastante frecuente en la 8 bits de Nintendo. Respecto al sonido estamos ante uno de los mejores juegos de NES en este aspecto, con temas que transmiten toda la tensión que requiere un título como este, y que, a pesar de tener que jugar una y otra vez la misma fase, no se hacen repetitivos.



En definitiva, es un juego imprescindible que vale su peso en oro por su historia, jugabilidad, aspecto gráfico y sonoro, y, como no, su mítica dificultad. A pesar de su mayor precio (600 puntos Wii) por haber sido incluido erróneamente en el Hanabi Festival, no hay que evadir uno de los grandes retos de cualquier amante de los videojuegos que se precie, completar Ninja Gaiden. Ha tenido muchas secuelas, incluso hubo un arcade anterior, pero la esencia de Ninja Gaiden se encuentra aquí, nunca Ryu Hayabusa luchó con más convicción, ni las pasó más canutas que en este primer juego de Nes.

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