1959
Sonobe-chō, Japón.
Hinako está preocupada. Su hijo pequeño ha salido a jugar, como todas las tardes, pero hace ya casi hora y media que está fuera. Tampoco quiere salir de casa a buscarlo porque su marido Iijake tampoco está, y ha de quedarse para que al niño pueda abrirle alguien. Para más inri, es la hora de la merienda y lo tiene todo preparado porque sabe que el pequeño no perdona una. Todos esos pensamientos se agolpaban en su cabeza cuando de repente...
[Toc, toc]
- Hinako: ¡Shigeru!
- Shigeru: Hola mamá
- Hinako: ¿Cuantas veces te he dicho que no me des estos sustos?
- Shigeru: [Encogiendose de hombros] Pero...
- Hinako: [Interrumpiendo] Ni pero, ni pera. Mira que te dije que no me gustaban esos amigos nuevos, ni Sasuke, ni Michiko ni ninguno de esos.
- Shigeru: Si he estado solo...
- Hinako: ¿Solo? Anda cuentame hijo, ¿que has hecho? ¡Y no te saltes ni una coma!
- Shigeru: Pues salí de casa para ir al parque, pero por el camino un bicho muy grande que hacía Grrrr y llevaba un saco con monedas, me dijo no me sigas pero le seguí. Y acabé en el bosque que estaba lleno de monstruos que parecían helicopteros y tuve que entrar en una cueva para que no me matasen. Entonces el viejo Lleva esto contigo si vas solo, cogí la espada y al salir Zas paf Boom! fuera monstruos. Entonces fui a por el bicho de las monedas que se ríe Buajajaja, voy por el lago que la montaña de la muerte me da mucho miedo y de repente Tirori tiroriiiiiii y salió un hada toma esto, te curará y la vida llena. Llegué a un templo con un ojo en la puerta, pero no tenía arco y entonces, entonces...
- Hinako: Vale, vale, tomate el colacao que se te va a enfriar.
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